Cada una de las cuatro grandes reuniones que ha conocido hasta ahora el proceso de Helsinki viene marcada bajo un signo bien definido que acota la marcha de la Historia Contemporánea.
La etapa de Helsinki-Ginebra representa el gran encuentro europeo. Los 33 países del continente, más los EEUU y Canadá se reúnen por primera vez en la Historia en una operación cuyos precedentes –fundamentalmente el Congreso de Viena– tuvo un sentido mucho más selectivo y sólo reunió a las grandes potencias del momento. Por lo tanto, 1975 es el año del diálogo y el bautismo de la Distensión, concepto que con sus avances y retrocesos marcaría el rumbo de una nueva época en la que el mundo se encuentra todavía embarcado.
La fase de Belgrado vino caracterizada por la congelación en las relaciones europeas. Los principales grupos en el proceso, mostrando una peligrosa miopía, quieren capitalizar sus pequeños logros en el proceso que, a causa de ello, queda agarrotado y adormecido.
En Madrid, la crisis internacional toca fondo. La invasión de Afganistán, la ley marcial decretada en Polonia tras la ilegalidad de Solidarnosc, el derribo del avión surcoreano, son las muestras más vistosas, los errores más graves supurados por la abierta descomposición del breznevísmo. En un esfuerzo supremo por variar el peligroso curso de los hechos, los 35 participantes logran consensuar un documento final excelente que permite el relanzamiento de un proceso que se encontraba en apuros.
Viena viene marcada bajo el signo de la “perestroika”. Gorbachov accede al poder un año antes de que comience la reunión en la capital austriaca, cuando aún hay dudas sobre lo que podrá dar de sí la Conferencia de Estocolmo. Los años de Viena son también los del segundo mandato de Reagan, empeñado en dejar al mundo un mensaje de paz y esperanza….