El fin de la guerra fría, con la desaparición del conflicto Este-Oeste, ha supuesto la transformación del escenario internacional. La unificación alemana, la disolución del Pacto de Varsovia y los avances en la institucionalización de la CSCE, resultado de la Cumbre de París y de la reunión parlamentaria de Madrid, ponen en el primer plano de la actualidad política la necesidad de construir un nuevo marco de seguridad europea que, desde la realización plena de la Unidad Política Europea, avance en la construcción de una Europa democrática, solidaria, igualitaria y firme defensora de todos los derechos humanos, alejándose de las tentaciones hegemónicas de gran potencia y de dependencia de potencias ajenas.
Dos proyectos enfrentados, en cuanto a su filosofía y consecuencias políticas y militares, se encuentran sobre el tapete.
El primer proyecto contempla la progresiva consolidación e integración política y militar de Europa occidental, donde la Alemania unida se integra en el doble marco de una OTAN renovada y de una CE reforzada por las actuales tendencias conservadoras. Esta última estaría llamada a encaminarse hacia una mayor cooperación para constituir el pilar europeo de la Alianza Atlántica. En el mismo, el papel de la UEO es contemplado, por unos, como el instrumento apropiado para garantizar las intervenciones fuera de zona de Europa occidental; mientras otros, contemplan la OTAN mediante la pertinente transformación de sus estructuras y doctrina militar, como la organización llamada a actuar fuera del escenario europeo, tendencia reforzada por los resultados de la guerra del Golfo y reafirmada por las declaraciones del general John Galvin.
El segundo proyecto, el que defiende IU-IC, partiendo de la plena unidad política de la CE, se apoya en el encuentro de las dos partes de Europa. Las organizaciones político-militares nacidas para gestionar el antiguo orden (PV, OTAN, UEO) no tienen ya razón…