Las ambiciosas medidas de reactivación económica puestas en marcha por el primer ministro japonés, Shinzo Abe, con la ayuda del gobernador del Banco de Japón (BOJ), Haruhiko Kuroda, han dado un nuevo impulso a una economía que arrastraba dos décadas de bajo crecimiento y deflación. Los resultados de la llamada Abenomics, basada en tres pilares –mayores estímulos fiscales, política monetaria expansiva y reformas estructurales– tardarán un tiempo en dar frutos, pero ya han logrado algunos importantes objetivos. Lo primero, insuflar un optimismo que ha llevado al índice Nikei de la bolsa de Tokio de los 9.000 puntos de noviembre a los 13.500 actuales (con un máximo de 15.600 en mayo).
El Banco de Pagos Internacionales de Basilea atribuye esos primeros resultados al quantitative easing (qe: expansión monetaria) del boj, aunque otros analistas dan mayor importancia a la confianza en la economía japonesa que ha logrado recuperar Abe. El Fondo Monetario Internacional, por su parte, señala que las políticas de Abe y Kuroda han tenido un “arranque prometedor”, con un fuerte rebote del PIB en el primer trimestre. Según el FMI, el PIB nipón crecerá un 1,6% este año mientras que la inflación llegará al 2%, como pretende el gobierno. En 2015 podría llegar incluso al 3%.
Era difícil que un aumento de la masa monetaria como la promovida por el BOJ no tuviera esos efectos. A fin de cuentas, se trata de duplicarla, desde los 138 billones de yenes actuales hasta los 270 billones en 2014. Mientras que la Reserva Federal ha inyectado desde 2008 una liquidez equivalente al 13% del PIB de EE UU, el BOJ introducirá en solo dos años un 28% del pib. El impacto de la Abenomics sobre la cotización del yen ha sido inmediato: la divisa se ha depreciado un 30% desde septiembre. Hace unos días, el yen cruzó la cota psicológica de los 100 yenes por dólar, un nivel que impulsará tanto las exportaciones japonesas, que Corea del Sur y Taiwán han comenzado a acusar a Tokio de haber lanzado una “devaluación competitiva”.
Corea del Sur quiere que el G-8 aborde las políticas monetarias del BOJ en su próxima reunión, por sus perniciosos efectos en sus exportaciones, concentradas en los mismos sectores que Japón. También el secretario de Tesoro de EE UU, Jacob Lew, ha expresado las primeras reservas de Washington a las políticas de Tokio, advirtiendo que “las estaremos vigilando”.
Curiosamente, el déficit comercial en abril fue un 70% más alto que en el mismo mes de 2012, debido a la fuerte subida de las importaciones (9,4%) frente a las exportaciones, que aumentaron solo un 3,8%. Según algunos analistas se debe a que las grandes multinacionales japonesas desde hace años concentran la fabricación en los mercados de destino.
Con ello, sus ganancias en el exterior valen hoy más tras reconvertirse en yenes, lo que explica la euforia de la bolsa de Tokio. Según Citigroup, las empresas que cotizan en el Nikei podrían registrar este año un aumento de sus beneficios del 30 al 40%. Todo ello hace que la Abenomics sea un experimento difícil de juzgar. Pero la alternativa era prolongar indefinidamente el estancamiento de la tercera economía mundial.
Para más información:
Joseph E. Stiglitz, «Japan is a model, not a cautionary tale«. The New York Times. Opinion Pages, junio 2013.
Luis Alcaide, «Japón, la prosperidad y la postración». Economía Exterior 50, otoño 2009.
Pablo Bustelo, «Nadando contracorriente: Abenomics en Japón«. Real Instituto Elcano, Comentario 5/2013, enero 2013.
Roberto Ortiz de Zárate, «Shinzo Abe: Biografía«. CIDOB, actualizado en mayo 2013.
The Economist, «Abe´s master plan«. Artículo, mayo 2013.
The Economist, «What´s going on in Japan?»
Georgina Higueras, «La revolución silenciosa de la mujer japonesa». Política Exterior 131, septiembre-octubre 2009.