Margaret Thatcher, primera ministra de Reino Unido entre 1979 y 1990, ha fallecido a los 87 años. Fue una de las abanderadas, junto con Ronald Reagan, de la corriente conservadora que agitó las aguas políticas (y económicas) internacionales desde mediados de la década de los setenta. ¿Sus políticas? Entre otras, desregularización del sector financiero, privatización de empresas públicas, flexibilización del mercado laboral y reducción del poder de los sindicatos.
Una buena definición del thatcherismo la ofrece quien fue ministro de Hacienda británico entre 1983 y 1989, Nigel Lawson: “Los mercados libres, la disciplina financiera, un firme control del gasto público, reducciones de impuestos, el nacionalismo, ‘los valores victorianos’, la privatización y una pizca de populismo”. En resumen, menos Estado, más mercado. La diligencia de Thatcher en el desmantelamiento de un Estado de bienestar que había entrado en crisis a mediados de los setenta, después de una etapa dorada de crecimiento en las dos décadas anteriores, no ha tenido parangón.
La otra cara de la moneda la recordaba Cosme Ojeda en este artículo para Política Exterior 18. “Si quisiéramos hacer un balance económico del thatcherismo bastaría con recordar que cuando Margaret Thatcher tomó el poder había en Gran Bretaña un 12 por 100 de parados; once años más tarde, tiene una tasa de paro del 5,8 –escribía Ojeda en el invierno de 1990–. La City se ha convertido en una capital financiera internacional y el Reino Unido es de nuevo una de las grandes potencias industriales”.
En el plano internacional, Thatcher destacó por una oposición feroz al bloque comunista, de ahí su apodo de Dama de Hierro. Tampoco le tembló el pulso en el conflicto con Argentina por las islas Malvinas. La guerra se saldó con 649 argentinos muertos y 273 británicos. En un referéndum celebrado el 10 y 11 de marzo de 2013, el 99,83% de los habitantes de las Malvinas votaron continuar bajo administración británica.
Su posición respecto a Europa varió a lo largo de su mandato. En su etapa final se opuso con su determinación habitual a la reunificación alemana. Ante el entonces líder soviético Mijaíl Gorbachov, Thatcher afirmó: “A Gran Bretaña y a Europa Occidental no les interesa la unificación de Alemania. Lo que dice el comunicado de la OTAN puede parecer distinto, pero no lo tenga en cuenta. No queremos la unificación de Alemania”.
Entrevista con Política Exterior
La premier británica citó a Política Exterior en su despacho de Downing Street el 10 de julio de 1987, por la mañana. Se trataba de las primeras declaraciones concedidas a una publicación española después de su victoria electoral del 11 de junio. Antes, Tatcher había ganado las elecciones británicas como candidata del Partido Conservador en 1979. Repitió en 1983.
La entrevista se titula “Sobre la Alianza Atlántica, Gorbachov, Gibraltar”. A continuación, dos extractos de la misma, en la que Thatcher habla sobre Gorbachov y Kruschef, y sobre la integración europea.
Pregunta: Dijo usted en cierta ocasión que Gorbachov era “un hombre con el que se pueden hacer negocios”. Después de su último viaje a la Unión Soviética, ¿mantiene usted la misma impresión?
Respuesta: Sí. He hablado durante once horas con el señor Gorbachov en mi último viaje a Moscú y hemos discutido muy francamente una amplia serie de asuntos: control de armamentos, temas regionales y bilaterales, derechos humanos…, y hemos hablado también de los cambios que el señor Gorbachov está tratando de aplicar en la sociedad soviética. No podría usted hablar tantas horas con un interlocutor de esta clase sin adquirir una idea mucho más clara de lo que busca y de lo que cree. Creo que hemos alcanzado entre él y yo una relación muy buena. Y espero que continuemos ese diálogo en el futuro.
P.: ¿Cree usted que Gorbachov constituye un mero fenómeno más abierto al diálogo que Kruschef? ¿Podría sufrir la misma suerte?
R.: Las comparaciones no siempre resultan útiles, pero pienso que hay una diferencia. Bajo el liderazgo del señor Gorbachov la Unión Soviética parece más dispuesta a negociar con Occidente no como un enemigo inevitable e implacable, sino como un socio potencial. Kruschef dijo una vez que la Unión Soviética acabaría por enterrarnos. Y lo cierto es que no hemos oído ese lenguaje por parte del señor Gorbachov. El actual secretario general del Partido Comunista soviético se ha embarcado en un ambicioso esfuerzo para reestructurar y reformar la economía y la sociedad soviéticas. Demos la bienvenida a ese proceso: a la larga debe conducir a mayores contactos entre el este y el oeste en todos los niveles, y esto reducirá las tensiones. Pero no conviene olvidar que el señor Gorbachov es un riguroso comunista. No cree en el sistema democrático, sino en el régimen de partido único. No tiene intención de cambiar este sistema, sólo trata de lograr que funcione más eficientemente. No podemos desconocer esto ni olvidar el enorme poderío militar que, en medio de sus palabras de paz, mantiene la Unión Soviética.
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P.: ¿Hasta qué punto considera imaginable la construcción de una entidad supranacional europea en un futuro no demasiado lejano?
R.: Prefiero los hechos a los sueños. Después de treinta años el Tratado de Roma sigue constituyendo una muy buena base. Permite que los Estados miembros de la Comunidad trabajen juntos y logren resultados que no podrían alcanzar por sí solos. Aquí es donde queremos hacer énfasis: en la construcción de un auténtico mercado común; en la ayuda a las empresas para crear nuevos puestos de trabajo; atajar la plaga del terrorismo y la plaga de la droga, que desconocen las fronteras. La cooperación en la práctica diaria es el camino de la unidad de Europa.
[…] y democracia. Thatcherismo que, por cierto, incluía según su ministro de Hacienda Nigel Lawson, “una pizca de populismo”. Aquella demagogia triunfante inauguraba una era de posverdad, de hecho los gurús se olvidaron […]
[…] y democracia. Thatcherismo que, por cierto, incluía según su ministro de Hacienda Nigel Lawson, “una pizca de populismo”. Aquella demagogia triunfante inauguraba una era de posverdad, de hecho los gurús se olvidaron […]