Por Marcos Suárez Sipmann, politólogo y jurista hispanoalemán. @mssipmann
El 22 de enero de 1963 el presidente francés Charles de Gaulle y el canciller alemán Konrad Adenauer firmaron en París el Tratado del Elíseo. Se cumple pues el 50º aniversario de la firma de un tratado de amistad –recibido con escepticismo en la época entre los comentaristas– que se reveló al cabo de los años como el más eficaz instrumento de la construcción europea. Los dos países impulsaron decisivamente los sucesivos avances en el proceso de integración hasta Maastricht y Ámsterdam.
Todos los estímulos bilaterales del Tratado contenían una orientación europea, con la invitación a los demás a sumarse a la iniciativa. Como ejemplos se pueden citar el Eurocuerpo o el canal de televisión ARTE, destinada a convertirse en una televisión cultural común.
La piedra angular de la política exterior de Adenauer fue la reconciliación con Francia que quiso –y logró– enmarcar en la plena incorporación de Alemania Federal a Occidente.
De Gaulle no creía demasiado en el protagonismo de la CE y recelaba de los funcionarios de Bruselas. Pensaba que Europa, como concepto político y cultural, llegaba “desde el Atlántico hasta los Urales”. Un sueño que décadas después se repetiría difusamente en la idea de la “casa común” de Mijail Gorbachov. El general no se cansó de denunciar las relaciones privilegiadas entre Washington y Londres que consideraba como una deslealtad a la causa europea. Convirtió a Francia en una potencia nuclear por otros procesos técnicos ajenos a los estadounidenses y británicos. En una conferencia sorpresa apenas una semana antes de la firma del Tratado, vetó la entrada del Reino Unido en la Comunidad.
Es la cultura y la educación, la formación profesional y el intercambio –ámbitos a veces subestimados– en el que Alemania y Francia indican el camino a seguir. Europa necesita un renovado esfuerzo para volver a entusiasmar a la juventud. Se creó la Oficina Franco-Alemana para la Juventud, una institución binacional que ha posibilitado el encuentro de millones de jóvenes de los dos países. Se desarrolló una red enorme de hermanamientos, de asociaciones de regiones, de ciudades, de universidades, de institutos y de organizaciones profesionales franco-alemanas.
La otra creación del Tratado fue la obligación para el presidente de la República y el canciller de reunirse al menos dos veces al año, y más a menudo los ministros y altos funcionarios. Al primer protocolo que establecía el compromiso de buscar el consenso en sus políticas de defensa y seguridad, se añadieron otros artículos, en 1988, que ampliaban ese compromiso a la materia presupuestaria y económica. Estas cumbres, muchas veces auténticos consejos de ministros ordinarios, permitieron el diseño y la implementación de políticas comunes.
El secreto del éxito del Tratado es que establece una cooperación creciente que, además de a las élites y burocracias, incluye a los sectores empresariales y a la juventud.
Adenauer y de Gaulle fueron amigos. Y la alianza siguió cuando las relaciones humanas entre los líderes no fueron tan buenas: Georges Pompidou acabó apoyando la Ostpolitik de Willy Brandt.
En general puede afirmarse que los lazos personales entre los dirigentes fueron productivos. Helmut Schmidt y Valéry Giscard d’Estaing lanzaron la Europa monetaria. Helmut Kohl y François Mitterrand fueron, junto con Jacques Delors como presidente de la Comisión, los principales creadores de la moneda única.
De Gaulle había asegurado a Adenauer el apoyo francés para recuperar el respeto y la confianza de las demás naciones, seguridad frente a la Unión Soviética y el reconocimiento de su derecho a la reunificación. Cuando esta se produjo finalmente, el clarividente ministro de Exteriores, Joschka Fischer, dejó claro que los intereses alemanes y franceses solo pueden defenderse a través del europeísmo.
En el acto conmemorativo en el Parlamento en Berlín estarán los 577 miembros de la Asamblea Nacional francesa y los 620 diputados del Bundestag alemán. Previamente Angela Merkel y François Hollande presidirán un Consejo de ministros conjunto, con los miembros de ambos gobiernos.
El 22 de septiembre pasado Merkel y Hollande se reunieron en Ludwigsburg para conmemorar los 50 años del discurso del general de Gaulle a la juventud alemana.
El 5 de julio, en París, el cincuentenario de la Oficina franco-alemana para los jóvenes mostrará todo lo compartido por generaciones de franceses y alemanes durante sus años de formación. Recordará que este año franco-alemán está dedicado a la juventud.
50 años después, la amistad franco-alemana continúa siendo uno de los pilares de la integración europea. En las últimas décadas Francia se ha hecho un poco más alemana y Alemania algo más francesa. La progresiva superación del nacionalismo es uno de los grandes logros del Tratado. Una experiencia que debe servir para todos los ciudadanos de la Unión.
Para más información:
Thomas Klau y Ulrike Guérot, «La UE necesita un eje franco-alemán renovado». Política Exterior 147, mayo-junio 2012.
Olivier Schrameck, «Un antecedente: Francia y Alemania». Política Exterior 92, marzo-abril 2003.
El sitio oficial del año franco-alemán: http://www.50ans.france-allemagne.fr/.
El portal de la cooperación y la amistad franco-alemana: http://www.france-allemagne.fr/-france-.html.
El sitio oficial franco-alemán para la Juventud: http://www.ofaj.org/.