#ISPE: Cambio climático, Kioto se desmorona

 |  24 de diciembre de 2012

 

Mientras en Doha (Qatar) se realizaba la reciente 18ª “conferencia de las partes” sobre el cambio climático convocada por las Naciones Unidas, sobre Filipinas se abatía el “supertifón” Bopha, de categoría 5, que dejó 700 muertos y 800 desaparecidos después de arrasar la isla de Mindanao con vientos huracanados de 160 kilómetros a la hora, causando una devastación cinco veces peor que la provocada por el huracán Sandy en la costa Este de Estados Unidos el pasado octubre.

Normalmente, los tifones no se desplazan tan al sur en el Pacífico suroccidental, por lo que el gobierno de Manila atribuyó sus devastadores efectos al cambio climático. Las inundaciones y tormentas severas que afectan al archipiélago filipino se han multiplicado por cinco desde los años sesenta. Todo el sureste asiático, que alberga a 600 millones de personas en una zona con extensos litorales densamente poblados, comparte esa misma vulnerabilidad.

El jefe de la delegación filipina en Doha, Naderev Saño, rompió a llorar mientras se dirigía a sus colegas de 190 países, urgiéndoles a actuar ante “el desafío del calentamiento global al que nos enfrentamos”. Las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI) aumentarán un 2,6% este año.

Pero sus palabras cayeron en el vacío. La cumbre se limitó a postergar hasta la conferencia de París en 2015 la firma de un nuevo tratado para limitar las emisiones de GEI y que, en el mejor de los casos, entrará en vigor en 2020. Canadá ya ha dejado de cumplir oficialmente el Protocolo de Kioto.

El ministro canadiense de Medio Ambiente, Peter Kent, dijo que, de permanecer en él, su país corría el riesgo de tener que pagar miles de millones de dólares en concepto de sanciones por incumplimiento de compromisos. Las emisiones canadienses están hoy un 23% por encima de los límites de Kioto debido a la explotación de los yacimientos de petróleo de Alberta.

Kent advirtió que Ottawa solo firmará un nuevo pacto si todos los principales emisores lo hacen. Es decir, lo posterga sine die, dado que nada permite esperar que EE UU y China vayan a dar ese paso en un futuro previsible.

Rusia y Japón han anunciado que tampoco suscribirán un nuevo acuerdo que sustituya al de Kioto, lo que deja a Australia y a la Unión Europea como los últimos a bordo. En realidad, nunca se planteó que el Protocolo fuera un tratado universal vinculante, por lo que ni siquiera tendrá unas exequias formales, aunque Qatar trató de guardar las apariencias anunciando un acuerdo sobre el acto II del protocolo. Rusia denunció de inmediato lo que consideró un “procedimiento forzado” al darse por “adoptados” una serie de textos aún en discusión y que la delegación de EE UU también calificó de inaceptables.

La ayuda financiera reclamada por los países del Sur para hacer frente a los efectos del calentamiento global fue otro de los obstáculos insuperables en Doha. Esos países pedían 60.000 millones de dólares hasta 2015, pero los países donantes se negaron a comprometerse a entregar esa suma. Los países en desarrollo quieren mantener vivo el Protocolo, pero sin comprometerse a nada en concreto. Kioto dividió el mundo en dos: los que tenían obligaciones y los que no. Pero trazar esa línea ya no es posible.

China, por ejemplo, es un país en desarrollo pero también es hoy el mayor emisor del planeta. El G-77 + China, para todo efecto práctico, ya ha abandonado la pretensión de hablar con una sola voz. Así las cosas, el Panel de Cambio Climático de la ONU considera inevitable que hacia finales de este siglo la temperatura global suba de 3°C a 5°C y no 2°C sobre los niveles preindustriales, el umbral que los científicos consideran infranqueable para evitar cambios atmosféricos incontrolables. Ahora, las medidas tendrán que ser unilaterales o de grupos de países, con el fin de hallar soluciones parciales y paliativas. Según Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de la Convención del Clima, no se logrará un acuerdo internacional hasta que entren en vigor leyes nacionales que afronten decididamente el problema.

 

Para más información:

Michael Renner, «Economía verde al servicio de las personas». Política Exterior 148, juli-agosto 2012.

Lara Lázaro, «Después del mal arranque de Copenhague». Política Exterior 138, noviembre-diciembre 2010.

Vicente López-Ibor Mayor, «La geoenergía en el Ártico». Política Exterior 134, marzo-abril 2010.

Política Exterior, «Cambio Climático, Comercio de Emisiones y otros desafíos del siglo XXI». Monográfico, invierno 2011.

 

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