Cambio de tercio en Japón: el regreso del PLD

 |  18 de diciembre de 2012

 

El Partido Liberal Demócrata (PLD) ha regresado al poder con una mayoría suficiente que debería permitir a Shinzo Abe gobernar Japón con cierto margen de maniobra durante los próximos años. Sin embargo, en un país que ha visto pasar a siete primeros ministros en los últimos siete años, esperar estabilidad política en Japón a medio plazo, mayorías aparte, resulta en demasiadas ocasiones un acto de fe.

El propio Abe sufrió en sus carnes la maquinaria de devorar primeros ministros que es la política japonesa. En septiembre de 2006, Abe se convertía en el primer ministro japonés más joven desde la II Guerra Mundial. Tenía 52 años y sucedía en el puesto al popular Junichiro Koizumi, rara avis en el escenario japonés, al frente del ejecutivo durante más de cinco años. Un espejismo: Abe se mantuvo en el poder apenas 11 meses, derribado por escándalos de corrupción y la desconfianza general.

Como entonces, los principales desafíos de Japón siguen siendo la economía y la demografía. Abe regresa a un país de nuevo en recesión técnica. La tercera economía del mundo sufre una deuda pública del 200% del PIB, una deflación crónica y una acuciante dependencia de las exportaciones. El nuevo primer ministro ha prometido atacar la deflación, las dificultades exportadoras y el débil crecimiento económico mediante políticas monetarias y fiscales agresivas. A estos desafíos hay que añadir una población cada vez más envejecida y una tasa de crecimiento vegetativo negativo.

 

Política exterior: guerra fría sino-japonesa

Hasta agosto de 2012, el comercio bilateral sino-japonés, que alcanzó 345.000 millones de dólares en 2011, cayó un 1,4%, después de aumentar un 14,3% en 2011, debido a la caída de las exportaciones japonesas. China sigue siendo el principal comprador de bienes y servicios japoneses, seguido de Estados Unidos y Corea del Sur. Las relaciones sino-japonesas, sin embargo, viven momentos delicados.

El último punto de fricción enfrenta a Pekín y Tokio por la soberanía de unos islotes deshabitados que Japón llama Sinkaku y China Diaoyu. Según las estimaciones de la petrolera estatal china Cnocc sobre las reservas de hidrocarburos del mar del Sur de China, estas alcanzarían 17.000 millones de toneladas de crudo y 498 billones de pies cúbicos de gas natural. Cifras que duplicarían las reservas probadas chinas. La soberanía sobre la zona es reivindicada además por Filipinas, Vietnam y Malasia, lo que ha frenado los proyectos de exploración. Estados Unidos ha dejado claro que el tratado de seguridad que le une a Japón cubre las islas en disputa.

Japón tiene el sexto mayor gasto militar del mundo, con 59.300 millones de dólares en 2011. Según estimaciones del Stockholm International Peace Research Institute, en 2011 China dedicó 129.000 millones de dólares a gastos militares. Abe ha prometido situar la política exterior en lo más alto de su lista de prioridades y esto significa, en primer lugar, lidiar con China. El discurso de Abe ha sido inequívocamente nacionalista, llegando a sugerir habitar los islotes de Sinkaku con funcionarios del gobierno japonés. Los analistas piensan, no obstante, que tras las elecciones se impondrá el pragmatismo entre estos dos grandes socios comerciales. Abe también ha abogado por modificar el artículo 9 de la Constitución, que impide al país embarcarse en conflictos bélicos. Según las encuestas, un 55% de los japoneses se opone a modificar dicho artículo, pero el 25% quiere que se aumente el presupuesto de defensa.

 

Para más información:

Sheila A. Smith, “Japan’s New Legislative Balance”. Council on Foreign Relations, diciembre 2012.

Gracia Abad, “Las nuevas líneas fundamentales del Programa de Defensa Nacional de Japón y las relaciones sino-japonesas”. ARI Real Instituto Elcano, febrero 2011.

 

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