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Francia-Alemania: el lastre de la historia y la oportunidad que brinda

Jochen Thies
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François Hollande y Angela Merkel llevan el lastre de la historia de sus naciones. Aunque crean que se han desembarazado de esa carga, la memoria de los pueblos es larga. Alemanes y franceses no nacen predispuestos al entendimiento, pero tienen la función de dar ejemplo a Europa.

 

Las relaciones franco-alemanas se parecen a la construcción de una catedral: nunca se acaban del todo. Se requiere un esfuerzo constante para conservar la edificación y proteger las piedras y las esculturas de la erosión. Realmente hay pocos pueblos en Europa que sean tan distintos entre sí como es el caso de los países vecinos Francia y Alemania. No obstante, desde un punto de vista objetivo, Francia y Alemania son mellizos que nacieron del imperio carolingio en el siglo IX. Pero como el reino de los francos quedó repartido entre tres hijos, el Tratado de Verdún creó en el año 843 un reino intermedio formado aproximadamente por lo que hoy sería Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Alsacia-Lorena, Borgoña, la Provenza y el norte de Italia. Dicho reino pasó a ser la manzana de la discordia entre franceses y alemanes durante un periodo que duraría unos 1.100 años, y fue el motivo de la construcción tardía de naciones como, por ejemplo, el caso de Italia. Curiosamente, en el Tratado de Verdún el reino occidental –lo que hoy es Francia– y el reino oriental –lo que hoy es Alemania–, ya tenían prácticamente la forma que ambos Estados tienen en la actualidad.

 

La realeza francesa, que al principio era mucho más débil que la alemana y que estaba concentrada en la región de Île-de-France, fue ganando posiciones tras el final de la dinastía de los Hohenstaufen en 1250 a expensas del imperio germánico medieval…

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