Libertad en Internet, política y periodismo

 |  11 de mayo de 2011

Por Áurea Moltó.

Más de 2.000 millones de personas tienen acceso a Internet en la actualidad. Solo en Asia, el número de usuarios ha pasado de 250 millones en 2005 a más de 850 millones en 2010. Al tiempo que la red se expande, aumentan los intentos de regular y controlar el nuevo medio de comunicación.

Como describe el Informe de 2011 de Freedom House sobre libertad en Internet, países como Irán, Arabia Saudí, Birmania, Cuba y Bielorrusia han puesto en marcha mecanismos para bloquear páginas web, filtrar búsquedas, censurar términos, crear un marco legal restrictivo, incluso intimidar, lanzar ciberataques o directamente suspender el servicio. El maestro de estas técnicas es, con diferencia, China, pero las amenazas a la libertad de expresión en Internet existen con variable intensidad en los cinco continentes.

El afán de los regímenes autoritarios por controlar lo que sucede en la red y la propia red es en gran parte respuesta a la enorme expansión de aplicaciones como Facebook, YouTube y Twitter, inicialmente creadas como herramientas de relación social y entretenimiento y convertidas hoy en centro de intercambio de ideas, información y movilización.

El uso de las redes sociales en los países occidentales nada tiene que ver con el de una enorme juventud árabe-musulmana, educada, desempleada y marginada por sus gobernantes. La periodista y escritora iraní Masih Alineyad lo explica en el número de mayo-junio de Política Exterior. El egipcio Wael Ghonim, directivo de Google en Oriente Próximo, detenido durante las revueltas en Egipto, aseguró tras su liberación: “esta revolución empezó on-line. Si quieres liberar a una sociedad, dale Internet”.

Sin duda, en el centro de las protestas árabes, el Movimiento Verde iraní o la disidencia china están personas con una valentía admirable a la hora de rebelarse frente a la opresión política y la exclusión económica. Pero las redes sociales han ofrecido una plataforma poderosa para la movilización ciudadana y el activismo político.

De Internet está surgiendo una forma de comunicación que, por su estructura y modo de uso, tiene efectos sociales de gran dimensión. La red crea un nuevo espacio para ejercer la libertad de expresión y de reunión. Así lo han entendido la prensa internacional y los medios de comunicación de alcance global como BBC, CNN y, sobre todo, Al Jazeera, que no solo están incorporando lo que sucede en las redes sociales a su cadena de contenidos, sino que lo amplifican, utilizando incluso la información proporcionada por los ciudadanos a través de mensajes de texto, vídeos y fotografías.

Y es esta amplificación lo que más alarma a los gobiernos autoritarios. De ahí que la primera reacción de las autoridades egipcias ante la expansión de las revueltas fuera cortar Internet o que China censurase inmediatamente en la red diversas palabras, como “Egipto”. Pekín emplea desde hace años enormes recursos económicos y humanos para controlar Internet.

Muchos aseguran que es ingenuo creer que Internet tenga un efecto emancipador o que redunde en una expansión de la democracia y las libertades. “En la actualidad, hay un debate sobre si Internet es una fuerza de liberación o de represión”, reconocía la secretaria de Estado, Hillary Clinton. Sin embargo, es significativo que Estados Unidos incluya la libertad en Internet –“freedom to connect”– en su agenda de política exterior. Para ello, Clinton se ha rodeado de un equipo de jóvenes consejeros, expertos en tecnologías de la comunicación y la información.

Política Exterior reúne en el número de mayo-junio a intelectuales de Reino Unido, Irán, Australia y EE UU para formular las preguntas adecuadas y buscar algunas respuestas sobre el cambio en marcha. Los efectos sobre el periodismo son ya evidentes.

Hay un nuevo consumo de información y análisis. Que la prensa venda menos ejemplares no significa que se lea menos, sino que se lee en otros soportes: la pantalla de un ordenador, un teléfono móvil o una “tableta”. En estos soportes ha adquirido valor la agregación inteligente: esto es, la selección libre y con criterio de contenidos sobre determinados temas. Pero como dice Bill Keller, director del New York Times, para poder agregar, alguien tiene que crear el contenido agregable. Y el trabajo intelectual y el tiempo de ese creador deben ser pagados. En qué eslabón de la cadena de la información on-line se produce ese pago es otra de las preguntas aún sin respuesta.

El debate sobre los efectos sociales, políticos, informativos de Internet no ha hecho más que empezar.

 

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