Brasil entra en la guerra de divisas.
La guerra de divisas denunciada por el ministro de Finanzas brasileño, Guido Mantega, estuvo completamente ausente de la agenda de la reciente visita de Barack Obama a Brasil, Chile y El Salvador. Sin embargo, hay pocos asuntos que afecten más a la economía de la región como la actual política monetaria expansiva de la Reserva Federal, que está exportando inflación a los países en desarrollo y apreciando sus monedas.
Según Mantega, las “políticas monetarias depredadoras” de otros países causaron un aumento del 42% de las importaciones de Brasil en 2010, hasta los 181.600 millones de dólares, lo que redujo un 20% su superávit comercial, dejándolo en 20.300 millones, el menor en ocho años. La patronal brasileña denuncia que debido a ello está en curso un “proceso de desindustrialización” que ha costado 46.000 puestos de trabajo en la industria manufacturera y 10.000 millones de dólares en producción perdida a lo largo de 2010.
El real se apreció un 50% frente al dólar entre 2006 y 2010, y un 38% solo en los dos últimos años, mientras que los flujos de capital especulativos aumentaron un 50% en 2010. Según el Fondo Monetario Internacional, en 2006 la región tuvo un superávit por cuenta corriente del 1,6% del PIB, pero este año tendrá un déficit de similar magnitud. El mayor problema para las economías latinoamericanas más exitosas es que la continuada depreciación del dólar está minando la competitividad de sus exportaciones.
En realidad, se trata de un problema acarreado por su propio éxito: su fuerte crecimiento, del 6% en 2010, debido en gran parte al boom de las materias primas, ha atraído grandes flujos de capital extranjero, lo que ha revalorizado sus monedas y complicado la vida al sector manufacturero, que se ve incapaz de competir con los precios de las importaciones de China, que subsidia sus exportaciones por medio de un tipo de cambio fijado al dólar.
Las compras de dólares –40.100 millones en 2010 en el caso brasileño y las anunciadas por Chile, de 12.000 millones a lo largo de 2011–, han estabilizado temporalmente el tipo de cambio, pero no hay garantías de que esas medidas sean efectivas a medio plazo. Brasil además ha triplicado sus impuestos –hasta el 6%– sobre repatriaciones de capital de compañías locales.
Según los analistas, los tipos de interés brasileños podrían aumentar hasta el 11,75% este año para enfriar la economía y frenar la inflación, pero a riesgo de atraer más capitales y apreciar aún más el real.
Para más información:
Jose Juan Ruiz, «El real y la irresistible fascinación de los tipos de cambio». Economía Exterior núm. 52, primavera 2010.
Luis Esteban G. Manrique, «¿Está el futuro en el etanol?». Economía Exterior núm. 52, primavera 2010.
Julia E. Sweig, «La extensa agenda global de Brasil». Política Exterior núm. 138, noviembre-diciembre 2010.