“Que nadie que sepa hablar siga callado”. Los versos de Federico Mayor Zaragoza resonaron el 20 de marzo en el Caixa Forum de Madrid. En su ponencia “Delito de Silencio”, parte de la serie Ideas Imprescindibles de Mediapost, el poeta, político, director general de la UNESCO entre 1987 y 1999, y presidente de la Fundación Cultura de Paz combinó la crítica y la denuncia con una nota de esperanza. La denuncia de Mayor Zaragoza cubrió un sinfín de temas. Entre ellos se cuentan la pasividad frente al cambio climático, la marginación de la mujer en la política y el humanismo en la educación (“uno puede saber muchas matemáticas y ser un perfecto maleducado”), el “genocidio diario” que causa el hambre en el mundo, la existencia de paraísos fiscales, la prevalencia de los valores bursátiles sobre los valores éticos, el partido republicano en Estados Unidos y hasta la obsesión española con el fútbol. Pero el gasto mundial en armamento fue el principal blanco de sus críticas. Cuando se derrochan 4.000 millones de dólares al día en armas, y países como India se convierten en los mayores importadores de armamento del mundo, el gasto militar supone “una inversión intolerable”. Conviene destacar que España, a pesar de su escaso gasto en defensa, es el séptimo exportador mundial de armamento. Aunque el impacto cumulativo de estos problemas resulta deprimente, la ponencia no lo fue, porque Mayor Zaragoza retuvo una nota constante de optimismo. Reivindicó el potencial de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Carta de la Tierra de Naciones Unidas. También se mostró esperanzado respecto a las posibilidades que abre Internet para la libertad de expresión. Hoy más que nunca es inexcusable lo que llamó el “silencio de los silenciosos”, en contraste con el silencio de los silenciados. Nadie podrá acusar a Mayor Zaragoza de silencioso. Pocos españoles pueden presumir de una trayectoria como la suya, y entre ellos son minoría absoluta los que retienen una voz tan crítica e inconformista.