En agosto de 2004, Carlos Alonso Zaldívar llegó a Cuba como embajador en uno de los momentos más bajos para las relaciones diplomáticas bilaterales. La Posición Común impulsada en la Unión Europea por el gobierno español en 1996 y las sanciones aprobadas en 2003 contra la Isla congelaron el diálogo político. En su primer discurso en la embajada en La Habana, dejó claro que su misión era lograr el deshielo y la aproximación a un país en el que “nadie tiene una presencia comparable a la española, en ningún aspecto”.
Durante los cuatro años y medio de estancia en Cuba, la política de España se actualizó teniendo en cuenta no solo los vínculos históricos, económicos, sociales y culturales entre los dos países, sino aplicando una política hacia la Isla que tuvo presente la seguida por la mayoría de los países latinoamericanos, así como los cambios que se perfilaban en Estados Unidos. Fueron años de polémica en el Congreso de los Diputados y en los medios de comunicación españoles sobre la aproximación del gobierno de España a un régimen que seguía cerril en el terreno de los derechos humanos. Pero Alonso Zaldívar no tiene dudas respecto a que se hizo lo correcto: “Cada política tiene su tiempo. Y esa política que empezamos a hacer entonces está dando resultados hoy: incluso lo que hace EE UU va por esa dirección”.
De la embajada en Cuba se trasladó a la embajada en Brasilia. Retirado hoy de la vida diplomática, intentamos que escribiera otro de sus artículos provocativos en POLÍTICA EXTERIOR. Lleva años diciendo amablemente “no”. En esta ocasión, tampoco aceptó la invitación. Como miembro del consejo asesor de la revista, organizamos una charla para comentarle nuestra idea de dedicar a Cuba una serie de artículos que ayuden a entender los cambios que se…