Sin ti no hay nosotros
La República Democrática Popular de Corea vive hoy en el año 104 de Juche. Ese es el tiempo transcurrido desde el nacimiento de Kim Il-sung, el gran líder y jefe del Estado desde 1948 hasta su muerte, en 1994. Le sucedió su hijo, Kim Jong-il, muerto en 2011, y después su nieto, Kim Jong-un, actual jefe supremo, guía del pueblo norcoreano y objetivo global de mofa y comentarios frívolos que parecen aligerar la carga de un dictador con mano de hierro. La consigna de Corea del Norte es la autosuficiencia, que es la traducción más aproximada de juche. El país lleva tres generaciones y 104 de autosuficiencia; eufemismo de lo que en realidad es aislamiento, vacío, experimento político, social, económico, ideológico y psicológico. Ninguno de estos términos, sin embargo, sirve para algo más que categorizar el país, sin aproximarse a las personas que viven bajo ese régimen.
Corea del Norte “va a lo suyo”, dice Suki Kim en Sin ti no hay nosotros. La autora, nacida en Corea del Sur pero criada y educada en Estados Unidos desde principios de los años ochenta, cuenta cómo llegó a obsesionarse por conocer qué es “lo suyo” para el régimen norcoreano. Entre Pyongyang y Seúl no hay más de 200 kilómetros, pero ¿cuál es la verdadera distancia entre familias separadas por el paralelo 38?
La obsesión llevó a Suki a infiltrarse durante seis meses en Corea del Norte como profesora de inglés en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Pyongyang (PUST, en inglés), donde se forman los varones que integrarán las élites norcoreanas. La PUST se ha creado y se sostiene gracias a las donaciones de grupos cristianos evangélicos. Sus profesores son misioneros extranjeros y Suki logró hacerse pasar por uno de ellos.
Sin ti no hay nosotros es mucho más que una aventura periodística-literaria, más que el recuento de las anécdotas y vivencias de esos seis meses. Suki hace un repaso revelador de la historia de Corea del Norte: del desgarro de la partición de Corea en 1945, a la guerra de 1950 que en realidad nunca terminó, pese al armisticio de 1953. El libro es producto de una profunda nostalgia por lo que nunca se conoció: “Cuando visité Pyongyang por primera vez en 2002, me sentí más en casa de lo que me había sentido nunca desde que salí de Seúl siendo todavía una niña”. Suki vive lejos y cerca al mismo tiempo. Merece la pena ver el album de fotos que la autora tiene en su web.
Hay algo en la voz narradora de Sin ti no hay nosotros que recuerda a Never let me go, la novela del escritor británico de origen japonés Kazuo Ishiguro. Es un relato entre la ciencia ficción y la realidad, en el que la inocencia de los personajes causa sorpresa, miedo y tristeza al mismo tiempo. La sorpresa de una escuela de Tecnología de la Información sin Internet, el miedo a poner el peligro la vida de una persona por una pregunta inapropiada, la tristeza por lo que la autora describe como “una prisión camuflada de campus universitario”, donde los estudiantes no saben lo que es un ensayo ni cómo se escribe. Como diría uno de los personajes de la ficción de Ishiguro, “solo nos teníamos los unos a los otros”. Pero la historia de Suki es real.
Reales son las armas nucleares de Corea del Norte. También la muerte de más de un 10% de la población en la hambruna de los años noventa. Y la reclusión de unos 120.000 norcoreanos en campos de trabajos forzados. Real es el silencio reinante en la universidad, la inexistencia de libros que no sean los del líder, la falta de información absoluta sobre lo que sucede en el mundo y la vigilancia en la que de una manera u otra acaba participando toda la población.
Como reconoce la autora, Sin ti no hay nosotros no ofrece una imagen completa de Corea del Norte. Son 270 estudiantes de la élite norcoreana los que le han permitido a Suki Kim componer este collage del que el lector obtendrá tanta información como preguntas sin respuesta.
Áurea Moltó, subdirectora de Política Exterior. @aureamolto