The Guardian acaba de firmar un acuerdo con la plataforma de micromecenazgo Kickstarter para detectar proyectos con potencial periodístico. Es una muesca de calidad para los partidarios del crowdfunding, una vía recurrente de financiación entre freelance dedicados a la información internacional.
Creada en 2009, Kickstarter ha recaudado hasta la fecha 10 millones de dólares para 2.000 proyectos periodísticos. Ahora les dedica una categoría específica (tiene otras sobre tecnología o cine) y ha abierto una página donde The Guardian selecciona y destaca las mejores. El diario británico ya lanzó hace unos meses Contributoria, un intento de crear una comunidad estable de financiación compartida para el periodismo de alta calidad.
La idea del crowdfunding no es nueva (básicamente se asemeja a una colecta o suscripción voluntaria), pero las nuevas tecnologías han elevado a la máxima potencia esta forma de financiación, que ofrece oportunidades interesantes para los periodistas con buenas ideas. Por poco tiempo y dinero, con gran sencillez tecnológica, las iniciativas se anuncian y terminan poniéndose en marcha si un número suficiente de lectores o usuarios las considera de interés y decide financiarlas.
En el ámbito de la información internacional, los proyectos que buscan financiación distribuida son de todo tipo: desde nuevos medios digitales que parten de cero como el holandés De Correspondent (que apuesta por romper la tradicional división nacional/internacional con el tratamiento de temas transversales como energía o privacidad) hasta documentales sobre la realidad del mundo en sus zonas más remotas (Sandgrains refleja los efectos locales de la pesca global). La actividad audiovisual/cinematográfica es una de las más proclives al micromecenazgo. No obstante, como destaca Evgeny Morozov, no es oro todo lo que reluce en este campo.
Conseguir financiación exige ciertas pautas. Kickstarter ofrece algunas en su “Manual del creador”: centrarse en el público objetivo, elaborar un vídeo (no importa que tenga toque casero), promocionarlo bien… Algunos lanzamientos no consiguen su meta aunque la causa sea noble, pero en general es una salida conveniente para proyectos de investigación incómodos que no encuentran hueco en los grandes medios: Incluso estudiantes universitarios de periodismo internacional han recurrido a la financiación colectiva. Su objetivo: viajar y reportar desde lugares infrarrepresentados en el circuito global de las noticias para evitar la desaparición de los corresponsales extranjeros “independientes y profesionales”.
El periodismo ciudadano con eco internacional también se acerca al micromecenazgo. Con fondos obtenidos por esta vía, el colectivo sin ánimo de lucro Moisereen, de El Cairo, forma a ciudadanos y activistas y les ofrece equipamiento para que puedan narrar Egipto más allá de la censura. Sus vídeos fueron esenciales para seguir la caída de Hosni Mubarak y son fuente de información habitual en el reputado blog de noticias globales The Lede (The New York Times).
Micromecenazgo en español
Hay numerosas plataformas de microfinanciación en España (Crowdacy ofrece una guía completa). Las más conocidas son Verkami y Goteo.
Verkami ofrece en estos momentos 55 proyectos de periodismo, 18 de ellos con una dimensión claramente internacional. A través de esta web se han financiado por ejemplo Libya Close Up – el libro del fotógrafo secuestrado en Siria Ricard Garcia Vilanova– y The silent revolution, un documental de David Meseguer y Oriol Gracià sobre la población kurda en siria.
También Jordi Pérez Colomé recurrió a Verkami para financiar un viaje a Israel, y a Lánzanos para cubrir las últimas elecciones en EE UU. Es quizá el periodista español que más ha apostado por el micromecenazgo en todas sus formas. Su blog ObamaWorld incluye un botón de donación directa y vende por Amazon versiones electrónicas de sus libros. “La gente está dispuesta a pagar por información y proyectos que les parezcan interesantes”, asegura.
Otros lanzamientos españoles como Fixmedia.org, dedicado a la corrección compartida de noticias, fueron posibles gracias a Goteo.org. Y a través de Kickstarter se ha lanzado Acuerdo, un medio digital con miras internacionales. Entre sus primeros contenidos: un cómic interactivo de Joe Sacco sobre Srebrenica, un análisis de las políticas anti-inmigración en Europa y una investigación sobre la piratería marítima.
También el freelance especializado en Oriente Medio Antonio Pampliega ha conseguido a través de Libros.com la financiación necesaria para coordinar y publicar dos libros: Siria, más allá de Bab Al-Salam (en el que también participan los periodistas Ethel Bonet, Manu Brabo, Sergi Cabeza, Maysun y Alberto Prieto), y Siria: la primavera marchita, con la colaboración de 10 autores). Pampliega dice que el crowdfunding le ha servido para comprobar que “el buen periodismo se sigue demandando” y que es “algo motivador para futuros proyectos”.
Futuro
¿Puede el micromecenazgo salvar el periodismo?, se preguntaba en 2008 Mark Glaser en Mediashift. Su artículo terminaba entonces con preguntas, no con respuestas, y algunas siguen aún abiertas. ¿Mejorará la calidad de la información internacional, abriéndola a temas minoritarios y desatendidos? El crowdfunding parece más viable cuando complementa otras fuentes financieras o se emplea para dar el último impulso a proyectos ya encarrilados. También se percibe como una solución a corto plazo y centrada en iniciativas muy concretas. Pero convencer a los lectores para que lo financien todo, de modo permanente, parece más difícil. De hecho, el sitio de crowdsourcing centrado exclusivamente en iniciativas periodísticas Scot.us ha quedado en pausa, evaluando su modelo de negocio.
La plataforma de micromecenazgo Emphas.is se declaró insolvente en 2013 dejando en la estacada a los fotoperiodistas que habían confiado en ella. “Para aquellos que están preocupados con el declive de los medios por la desaparición de recursos destinados a la investigación de temas poco atractivos, la financiación distribuida de temas individuales probablemente no supone una gran solución a largo plazo”, apuntan en la revista Columbia Journalism Review.
Parece que “pasar el sombrero” (así llama al crowdfounding la revista neoyorkina Capital) no salvará por sí solo al periodismo, pero sí achicará el agua.